La depresión: cómo se trata desde el punto de vista psicológico

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Teresa Calvo

Psicóloga Colegiada nº: CM02885

La depresión es una de las enfermedades mentales más comunes y a la vez menos comprendidas. Se estima que afecta a más de 280 millones de personas en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), lo que la convierte en un problema de salud pública de primer nivel. Desde la psicología, se han desarrollado estrategias eficaces para abordar esta enfermedad, ayudando a las personas a recuperar su bienestar emocional y funcionalidad.

A continuación, exploraremos qué es la depresión, cuáles son sus causas y cómo se aborda psicológicamente, poniendo énfasis en las terapias y estrategias que se utilizan para tratarla.

¿Qué es la depresión?

La depresión es mucho más que sentirse triste o decaído. Es un trastorno del estado de ánimo que afecta de forma prolongada el pensamiento, las emociones y el comportamiento de quien la padece. Para diagnosticarla clínicamente, los síntomas deben durar al menos dos semanas y deben interferir significativamente en la vida diaria de la persona.

Algunos de los síntomas más comunes son:

  • Emocionales: Sentimientos de tristeza persistente, vacío, irritabilidad o desesperanza.
  • Cognitivos: Dificultad para concentrarse, pensamientos negativos recurrentes y, en casos graves, ideas suicidas.
  • Físicos: Cambios en el sueño (insomnio o dormir en exceso), alteraciones en el apetito, fatiga constante y dolores inexplicables.

Aunque muchas personas pueden experimentar algunos de estos síntomas de manera ocasional, lo que diferencia a la depresión es su intensidad y duración, así como el impacto significativo que tiene en la vida cotidiana.

Causas principales de la depresión

No existe una única causa para la depresión. Este trastorno suele ser el resultado de una interacción compleja de factores biológicos, psicológicos y sociales.

  • Factores biológicos

Los desequilibrios en neurotransmisores como la serotonina, la dopamina y la norepinefrina juegan un papel importante en la aparición de la depresión.

Además, la genética puede aumentar la vulnerabilidad: si hay antecedentes familiares de depresión, es más probable que una persona desarrolle la enfermedad.

  • Factores psicológicos

Experiencias traumáticas en la infancia, como abuso o negligencia, pueden incrementar el riesgo de padecer depresión más adelante.

Patrones de pensamiento negativos, como la autocrítica excesiva o el perfeccionismo, también contribuyen al desarrollo del trastorno.

  • Factores sociales

El aislamiento social, la falta de apoyo emocional, problemas financieros o laborales, y conflictos interpersonales son factores de riesgo comunes.

Grandes cambios en la vida, como la pérdida de un ser querido o una separación, también pueden desencadenar episodios depresivos.

La combinación de estos factores puede variar en cada individuo, lo que hace que el tratamiento deba ser personalizado y adaptado a las necesidades específicas de cada persona.

Tratamiento psicológico: herramientas para combatir la depresión

El tratamiento psicológico es una de las estrategias más efectivas para tratar la depresión. A través de la terapia, se busca aliviar los síntomas, identificar las causas subyacentes y dotar a la persona de herramientas prácticas para prevenir recaídas.

  1. Terapia Cognitivo-Conductual (TCC)

La TCC es el enfoque más utilizado y con mayor respaldo científico para tratar la depresión. Se basa en la idea de que los pensamientos, las emociones y los comportamientos están interconectados. Por ejemplo, una persona con depresión puede pensar: “Soy un fracaso”, lo que la lleva a sentir desesperanza y, como consecuencia, a aislarse de los demás.

La TCC ayuda a identificar estos pensamientos negativos y a reemplazarlos por otros más realistas y útiles. También incluye ejercicios prácticos, como realizar actividades placenteras o establecer metas alcanzables, que ayudan a recuperar la motivación y el sentido de logro.

  1. Terapia Interpersonal (TIP)

La TIP se centra en los problemas de las relaciones personales que pueden estar contribuyendo a la depresión, como conflictos familiares, pérdidas no resueltas o dificultades para establecer vínculos. Este enfoque ayuda a mejorar la comunicación y las habilidades sociales, fortaleciendo el apoyo emocional de las personas cercanas al paciente.

  1. Activación Conductual

La activación conductual es una técnica que anima a las personas a reanudar actividades que han dejado de hacer debido a la depresión. Esto puede incluir desde salir a caminar hasta retomar un hobby. La idea es romper el círculo vicioso de inactividad y tristeza, que a menudo perpetúa la depresión.

  1. Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT)

En lugar de intentar evitar las emociones negativas, la ACT enseña a aceptarlas como parte de la experiencia humana, mientras se enfoca en vivir de acuerdo con los valores personales. Este enfoque ayuda a las personas a encontrar sentido y propósito, incluso en medio de la adversidad.

El rol del psicólogo y el apoyo multidisciplinar

El psicólogo desempeña un papel crucial en el proceso de recuperación. No solo guía al paciente en las terapias mencionadas, sino que también crea un espacio seguro donde la persona puede expresar sus emociones sin miedo a ser juzgada. Este vínculo de confianza es esencial para que el tratamiento sea efectivo.

En algunos casos, especialmente cuando la depresión es grave o resistente al tratamiento, el psicólogo puede trabajar junto con un psiquiatra para combinar la terapia psicológica con medicamentos antidepresivos. Esta colaboración asegura un enfoque integral para abordar tanto los síntomas como las causas del trastorno.

Consejos prácticos para el autocuidado

Además de la terapia, hay pequeñas acciones que las personas pueden realizar en su día a día para apoyar su proceso de recuperación:

Establecer rutinas: Tener horarios regulares para comer, dormir y realizar actividades puede proporcionar estabilidad y reducir la sensación de caos.

Ejercicio físico: Actividades como caminar, hacer yoga o bailar liberan endorfinas, que mejoran el estado de ánimo.

Conectar con otros: Hablar con amigos o familiares, o incluso participar en grupos de apoyo, puede aliviar la sensación de aislamiento.

Evitar decisiones importantes: Durante un episodio depresivo, es mejor posponer decisiones trascendentales, ya que el juicio puede estar nublado.

Ser paciente consigo mismo: La recuperación es un proceso que lleva tiempo. Es importante celebrar los pequeños avances y no desanimarse ante los contratiempos.

El camino hacia la recuperación

La depresión es una enfermedad tratable, y con el enfoque adecuado, las personas pueden recuperar su calidad de vida. La combinación de terapia psicológica, apoyo social y estrategias de autocuidado es clave para superar este desafío.

Buscar ayuda profesional no es un signo de debilidad, sino un acto de valentía que demuestra el deseo de cambiar y mejorar. Si sientes que estás enfrentando síntomas de depresión, recuerda que no estás solo y que hay recursos y profesionales listos para ayudarte. Dar el primer paso es el inicio del camino hacia el bienestar.

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