Qué es la autocompasión y por qué es clave para la salud mental

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Teresa Calvo

Psicóloga Colegiada nº: CM02885

Entender la autocompasión

La palabra “compasión” suele asociarse a sentir lástima por alguien más, pero en psicología se entiende como la capacidad de conectar con el sufrimiento propio o ajeno y responder con amabilidad. La autocompasión, entonces, es la habilidad de tratarnos con la misma comprensión, cuidado y paciencia que le ofreceríamos a un buen amigo en momentos difíciles.

Muchas veces, cuando cometemos errores o atravesamos fracasos, nuestra reacción automática es criticarnos duramente. Ese diálogo interno negativo genera más dolor, aumenta la ansiedad y alimenta la culpa. La autocompasión no significa ignorar los errores, sino afrontarlos sin caer en la autocrítica destructiva.

Diferencias con la autoestima

A menudo se confunde la autocompasión con la autoestima, pero no son lo mismo. La autoestima está relacionada con cómo valoramos nuestras cualidades, comparándonos con los demás o con nuestros propios ideales. Puede fluctuar mucho dependiendo de nuestros logros, apariencia o aprobación social.

La autocompasión, en cambio, no depende de evaluaciones externas ni de sentirnos “mejores que otros”. Se trata de reconocernos humanos, imperfectos y valiosos por el simple hecho de existir. Esto la convierte en una herramienta más estable y duradera para el bienestar psicológico.

Los tres pilares de la autocompasión

Según la psicóloga Kristin Neff, pionera en la investigación sobre este tema, la autocompasión se compone de tres elementos esenciales:

  1. Amabilidad con uno mismo: responder a nuestros errores o sufrimientos con comprensión en lugar de juzgarnos.
  2. Sentido de humanidad compartida: reconocer que todos los seres humanos fallamos, sufrimos y atravesamos dificultades. No estamos solos en nuestra lucha.
  3. Mindfulness o atención plena: ser conscientes de nuestras emociones sin reprimirlas ni exagerarlas, observándolas con equilibrio.

Por qué es clave para la salud mental

Diversas investigaciones evidencian que cultivar la autocompasión disminuye la ansiedad, la depresión y el estrés, a la vez que potencia la resiliencia emocional. Cuando dejamos de atacarnos internamente, liberamos energía mental para enfocarnos en soluciones y en nuestro crecimiento personal.

Además, se ha visto que las personas con mayor autocompasión disfrutan de relaciones más saludables, ya que al ser menos duras consigo mismas, también son más comprensivas con los demás. En resumen, cultivar esta actitud no es un acto de egoísmo, sino una vía para mejorar nuestra conexión con el mundo.

Cómo practicar la autocompasión en la vida diaria

Hablarte como hablarías a un amigo

Uno de los ejercicios más simples consiste en detenerse cuando aparece la autocrítica y preguntarse: “¿Qué le diría a un amigo en esta misma situación?”. Lo más probable es que usarías palabras de aliento, comprensión y ánimo. Practicar este cambio de diálogo interno ayuda a suavizar la dureza con la que solemos tratarnos.

Practicar la atención plena

La atención plena o mindfulness es clave para la autocompasión, porque permite reconocer lo que sentimos sin dejarnos arrastrar por la emoción. Si estamos tristes, ansiosos o frustrados, en lugar de negar o exagerar ese estado, podemos aceptarlo como parte de la experiencia humana. Una técnica práctica es detenerse unos segundos, observar la respiración y ponerle nombre a la emoción: “Esto es enojo”, “Esto es miedo”, “Esto es tristeza”. Nombrar lo que sentimos reduce la intensidad del malestar.

Escribir una carta compasiva

Otra estrategia útil es escribirnos una carta como si viniera de alguien que nos quiere profundamente. En esa carta, podemos reconocer nuestras dificultades, expresar comprensión y recordarnos que no somos los únicos en cometer errores o sentirnos mal. Releer esas palabras cuando la autocrítica aparezca puede convertirse en una herramienta de apoyo emocional muy poderosa.

Tratar al cuerpo con respeto

La autocompasión también se expresa en el cuidado físico. Descansar lo suficiente, alimentarse de forma equilibrada, hacer ejercicio moderado o dedicar tiempo a actividades placenteras no son lujos, sino actos de respeto hacia uno mismo. Mirar al cuerpo como un aliado y no como un enemigo contribuye a fortalecer esta actitud de amabilidad interna.

Aprender a poner límites

Ser compasivos con nosotros mismos también implica reconocer hasta dónde podemos llegar sin sobrecargarnos. Muchas personas caen en la trampa de decir “sí” a todo, postergando su propio bienestar. Practicar el “no” desde la calma y la firmeza es una forma de protegernos, evitando caer en el agotamiento emocional.

Beneficios a largo plazo

La investigación ha mostrado que la autocompasión no solo disminuye la autocrítica, sino que también aumenta la motivación. A diferencia de lo que algunos piensan, tratarnos con amabilidad no nos hace perezosos ni conformistas; al contrario, favorece el aprendizaje y la perseverancia.

El autocastigo frente a los errores conduce al abandono, mientras que la autocompasión brinda la fuerza necesaria para insistir. Con el tiempo, la autocompasión se convierte en un refugio interno: un lugar al que podemos acudir cada vez que las cosas no salen como esperábamos. Es una habilidad que se entrena, y cuanto más la practicamos, más natural se vuelve.

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